Bumi Barú

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viernes, 10 de febrero de 2012

Ciento ochenta y siete minutos.

Siempre vamos a toda prisa. Las obligaciones y responsabilidades nos devoran cada día. Pocas son las veces que nos detenemos a observar con calma lo que nos rodea.  Este ritmo frenético que estamos  viviendo ¿nos pasa factura?...Yo creo que sí.
De todos modos esta es una pregunta que cada uno debe responderse a sí mismo, y solo después de hacer eso, uno está preparado para decidir si quiere cambiar algún aspecto.
Hace tiempo que dejé de correr (hacia ningún sitio) en muchos sentidos. Aún más, de medirme dentro del barómetro de la sociedad. No me gustaban sus criterios ni valores. Decidí que se puede ir a otro ritmo y no por ello dejar de ser igual o más profesional.
Y tú : ¿Todavía corres?
Hoy me apetece adjuntaros un texto que escribí y creo que aporta algo de tranquilidad y serenidad.
Os deseo "relax"... con: Ciento ochenta y siete minutos.


Ciento ochenta y siete minutos.

Todavía podía percibir restos de humedad en las superficies de las hojas de los arbustos. No era escarcha porque las temperaturas en abril ya no oprimen de ese modo a la naturaleza. Llegué al lugar de encuentro con la misma puntualidad con la que cotidianamente vivía entre semana. El trayecto en coche fue un anticipo, un aperitivo suave de lo que viviría minutos más tarde.
Me deslicé con suavidad por el asfalto, durante tres cuartos de hora de viaje, en compañía de mi música favorita con canciones de Christopher Cross, Simple Mind, Eagles, Toni Braxton, Francisco Céspedes y algunos más,  salvando paulatinamente las curvas y cruces de la carretera,  dejando atrás el bullicio de la ciudad y mi tensión en ella.
Alcancé mi destino con la misma frescura y valor con el que un alpinista afronta un nuevo desafío. Lo había estado buscando durante tantos meses que una ínfima parte de mi ponía en tela de juicio al respecto lo que debía suceder aquella mañana.
Era trece de abril y aunque parezca mentira, eso fue una suerte para mí. La mayoría de la gente odia los días que caen en número trece. Olvidan y aplazan sus sueños, compromisos e ideas, buscando un día  con cualquier otro número.
De nuevo, “estrella” para mí. Días antes, pude adquirir por fin, una plaza para subir y realizar mi ilusión a solas, lejos de desconocidos. La única persona que estaría a mi lado sería el piloto, que ávidamente me apuntó con una sonrisa de complicidad solo al llegar, lo afortunados que éramos esa jornada. Salir así, no era habitual.
Ojeé mi chaqueta azul de Gore tex, y aproveché en subirme hasta arriba del todo la cremallera, tapándome casi el cuello. Aunque no helaba, refrescaba, y mi equipo me protegía lo suficiente. Llevaba todo lo indispensable. Eran las siete de la mañana. La luz alcanzaba a todas partes y se repartía por encima de las formas de la naturaleza como si fuese un pañuelo de seda, envolviéndolas con una delicadeza extrema. Caricias de la vida. Yo también me sentí   acariciada. Simulaba estar todo preparado, como en un teatro, a punto de empezar la función.
Me hallaba relajada, a la espera. Todavía dispuse de un instante de tiempo para echar una mirada con placidez a mí alrededor, y descubrí que el tiempo también se había puesto de acuerdo en favorecer mi ensueño. Era perfecto. La mañana despertaba transparente, clara, serena, directa, como cuando miras desde el alma hacia el exterior, olvidando la labor de los ojos por completo. Algún pajarillo canturreaba suavemente concediéndole los buenos días al sol. Ese detalle demostraba que  todavía éramos terrenales. Pisábamos la tierra.
Jym me observó atentamente y con un gesto lento y templado, me indicó que había llegado la hora de subir al cesto. Y subí.
El sonido de las llamas de fuego para calentar el aire del interior del globo fueron la única perturbación que desconcentró mi sosiego en medio de aquel mutismo absoluto. Después de escucharlo varias veces consecutivas, el silbido se transformó en una de las esencias del trayecto. Mis oídos quedaron prendados del binomio entre ambos, como una canción que se escuchaba de vez en cuando.
Comenzamos a elevarnos apaciblemente, con dulzura, como si el hecho de alejarnos de allí no fuese algo antinatural. Sentí como los rayos de sol templaban mi rostro y cerré los ojos intentando guardar ese segundo exacto en un rinconcito de mi corazón. Todavía conservaba espacio para eso. Y subimos sin pausa, con delicadeza y lisura, más… y más.
Desde arriba observé el paisaje detenidamente, y ya nada era como antes. La altura elevaba al mundo al más bello paraíso descrito jamás. El horizonte se fundía con las montañas, los ríos, las llanuras, incluso el mar. Los colores de la superficie de la tierra eran una paleta a punto de pintar. Yo, una minúscula, imperceptible, microscópica, insignificante pincelada en aquel titánico lienzo. El espacio te regalaba libertad. Aproveché para empaparme de ella. Mi mente permanecía abierta, con curiosidad. Imaginé que era un pájaro y sobrevolé los 360º grados que me rodeaban, que me abrazaban, que me cuidaban. Comprendí la visión de un mundo en comunión, y no en destrucción. La paz de los cielos, se podía y debía llevar por dentro. Eso ya era una cuestión personal. El desplazamiento moderado y uniforme del globo, provocaba una ligera brisa que mimaba mis sentidos como las caricias de un amor recién estrenado. Yo me dejaba querer.
Jym, el piloto, apoyó su mano en mi hombro y me habló por primera vez “¿Qué te parece?”, le miré con la misma complicidad con la que se mira a alguien a quien conoces desde la juventud, pero no pude darle una respuesta verbal. Unas lágrimas puras y discretas hablaron por mí. Él sabía que yo había conectado. Lo entendió desde el primer momento en que me vio. Ciertas respuestas están escritas en la mirada. Por eso sonreímos como dos grandes amigos, allá en lo alto, hasta que de nuevo el silencio nos cautivó.
Mantuvimos un rumbo libre durante ciento ochenta y siete minutos que fue lo que duró el viaje en globo hasta posarnos de nuevo en la superficie. Raras veces una situación provoca cambios en el alma. Para entender la magia de la vida hay que despertar del letargo al que estamos acostumbrados. Por eso quería vivir aquella mini aventura. Por eso buscaba desde hacía tiempo aquel vuelo. Necesitaba descubrir la razón con la que dar sentido a mi existencia. La razón del sentido común. Entre todo, todos y el universo.
Fue mágico. Llegar, subir, volar y bajar eran lecciones de paz y humildad. Lecciones adquiridas por completo, desde que salí de aquel cesto.






viernes, 3 de febrero de 2012

TV3 emitirá un maratón contra la pobreza

¡Ya era hora! ...de que todos comenzásemos a movernos. ¡Por fin abrimos los ojos! No creo que podáis imaginar lo que se tarda en escribir una novela. Os explico:
He tardado 5 años y medio en escribir Bumi Barú, más, un año esperando a que un agente literario consiguiese encontrar un editor que estuviese interesado en apostar por un escritor novel con una buena historia en las manos. En mi caso, una historia de ficción valiente que intentaba promover una reflexión de la sociedad y valores humanos. Le propuse crear una fundación donde los beneficios del libro fuesen destinados a ayudar a los más necesitados. No hubo suerte. Lo intentaron pero no salió, no pasa nada. Cómo sabéis, ahora ya está a vuestra disposición Bumi Barú, con sus defectos y virtudes, para el que quiera leerla. Pero esto no es todo.
Hace unos días tuve una reunión con una persona que trabaja en una editorial. Tras leer mi libro, me dijo que dicha editorial  tardaría un año escaso en sacar una historia como la mía. Una novela de ficción donde se tratase mi tema. Le ofrecí mi manuscrito y segundos más tarde me dijo que no le interesaba porque era una autora novel. Ellos ya la escribirían. ¡Me quedé atónita!....Pero a lo que iba.
Me alegra ver que al menos en TV3, y en otros ámbitos, se empiezan a proponer actos para ayudar a la gente necesitada. Se están volviendo Bumibarianos sin tan siquiera saberlo. Este fue el motivo principal por el que escribí mi libro. Espero que todos participemos en esta maratón que, sin duda, es una muy buena iniciativa para empezar el año. Esto sí es importante. Cada vez somos más los que creemos. Os adjunto este link con información sobre la Maratón.

Maratón contra la pobreza TV3

POR UN MUNDO MEJOR.