Bumi Barú

Participa de forma activa con tus opiniones e ideas en este Blog dónde todo puede hacerse realidad. Solo tienes que poner tu granito de arena...y juntos, crear una nueva playa donde poder admirar la belleza de nuestro planeta. No olvides que... ¡Tú debes formar parte del futuro!



Si decides leer la novela de Bumi Barú, puedes dejar tus comentarios sobre la lectura en este blog, en la web de Bubok.es en el apartado de comentarios o en Bumi Barú comunidad en Facebook. Cada día somos más: Te esperamos, eres vital para crear el cambio. GRACIAS.

lunes, 14 de octubre de 2013

ISHIRA y el tesoro.

Llegó el día tan anunciado. Los mejores científicos y astrólogos del mundo dijeron que no volvería a repetirse aquella situación cósmica en cientos de miles de años. Eso...como muy temprano.

De hecho, coincidían por unanimidad que aquel acontecimiento tenía muy pocas probabilidades de producirse de nuevo. Volver a tener a todos los planetas alineados en vertical al sol y que las influencias orbitales de Saturno, Venus y Júpiter estuviesen sumando sus masas, al mismo tiempo que sus fuerzas estaban contra la influencia marina de la luna en la tierra, era el resultado de una casualidad inhóspita del universo.

Aquel conjunto de circunstancias iba a provocar que en unos minutos la faz de la tierra cambiase por completo. Retrocediese a las formas de antaño.

Ishira no podía dejar de estar nervioso. Sería breve pero iba a vivirlo en directo. Si no se equivocaban aquellos científicos, tendría la oportunidad única de verlo con sus propios ojos. En unos instantes sus retinas iban a presenciar algo que su mente soñaba desde su más tierna infancia. Después de tantas historias y relatos podía existir la esperanza de que fuese cierto.

La gente anciana del grupo solía hablar de las anécdotas de sus antepasados milenarios, y de su uso. De aquellos seres humanos que tuvieron la suerte de tener bajo sus pies aquel preciado tesoro.

Las leyendas decían que hubo un tiempo en que los niños disfrutaban con ella, llegaban a jugar horas y horas y construían formas y sueños. Imaginaban y levantaban grandes muros, puentes y castillos que desaparecían con el paso de las olas.

También habían leyendas que hablaban de su mal uso y de cómo la codicia de unos pocos la arrasó por completo, haciéndola desaparecer de sus lugares de origen, y provocando el cambio climático global que vivían desde hacia la friolera de tres mil ochocientos setenta y nueve años. Ese había sido el resultado de una mala gestión. La última huella y efecto de tanta astucia.

Tras aquella locura y desdén, nada volvió a ser lo mismo. Los mapas de los continentes del mundo cambiaron y los seres humanos tuvieron que aprender a sobrevivir en un mundo inhóspito.

Ishira lo conocía bien. Sus dieciséis años de edad eran suficientes para comprender que si hubiese habido un gesto de voluntad en el pasado, él no se encontraría con aquel legado. Sólo un milagro podría cambiar el rumbo del mundo. Y él, aquella mañana sentía que tenia el testigo.

La leyenda decía que si alguien conseguía recuperar un puñado del preciado tesoro y lo mostraba a su pueblo, la humanidad volvería a creer en la voluntad de las personas, y sólo entonces, serían capaces de trabajar unidos hasta recuperar las playas y vencer a los mares. Devolver el equilibrio.

Por eso introdujo su cuerpo en el agua hasta cubrirle el pecho. Creyó que sería interesante sentir la fuerza de la naturaleza retrocediendo en el tiempo y, en la medida de lo posible, también corrigiendo los errores humanos. Él estaba pagando el precio de una factura que jamás vio, ni comprendió. Pero de lo contrario estaba dispuesto a luchar por un sueño.

Y de repente Ishira sintió como las manos del fondo marino lo empujaban hacia adentro. Sus finos pies aguantaron con firmeza aquella succión lenta pero progresiva entre las punzantes piedras volcánicas que emergían, que le estaban arañando la piel sin lástima ni consuelo.

Ishira no quería salir de allí. Se sentía fuerte. Quería estar en primera linea de combate. Cómo los valientes guerreros de su pueblo. Y así lo hizo. Permaneció estático aguantando con todas sus fuerzas los vaivenes hasta que el mar retrocedió cientos, y cientos... y más cientos de metros.

A medida que el fondo del lecho marino quedaba al descubierto, Ishira comenzó a avanzar pausadamente entre las rocas afiladas. Y continuó buscando con la mirada.

De repente vio a lo lejos un pequeño oasis de color dorado. Tras mucha voluntad y coraje, llegó al preciado y diminuto espacio. Al tesoro anhelado.

Por fin afloraba su belleza, como un diamante esplendoroso en la superficie. Después de miles de años sumergido. Ahora, aunque fuese por un corto espacio de tiempo, Ishira se encontraba en el lugar adecuado. Lo sabía. Y también conocía que en escasos minutos el agua recuperaría su sitio.

Introdujo sus pies entre ella y apreció la dulzura de una suave caricia. Incomprensiblemente se olvidó del dolor que le procuraban los cortes que acababa de sufrir. Se arrodilló, y con un gesto de respeto, hundió sus largos dedos entre los millones y diminutos granitos que la componían. Sintió su finura, su  ligereza, y observó sus centelleantes y bellos colores. Comprendió lo maravillosa e importante que era la arena para el planeta.

De pronto cerró sus puños con cuidado, cogiendo un pedacito de ella entre las manos. Mientras, un sonido gaseoso lejano y una franja de espuma blanca le recordaban que debía regresar y ponerse a salvo.

Su tiempo se estaba acabando. Las olas reclamaban su lugar. Pero el milagro de la leyenda, ahora, estaba vivo en sus manos.

Marta Mañes.


Espero que veáis este vídeo, es un documental muy interesante. Lo están repitiendo por TV estos días, (mirad programación) no os perdáis nuestra actitud sobre el nuevo oro....del planeta.

¿Crees que vale la pena llegar a esto?

Sólo puedo colgaros el anuncio del vídeo. De momento está expirado por la red. 

Si lo encuentro os lo comparto.



POR UN MUNDO MEJOR, hoy.